domingo, agosto 27, 2006

Inmensidão


Como en aquel sueño reiterado en el que solo había agua a mi alrededor y una pared de cemento formando una ventana hacia el mar como no podia ser de otra forma, el horizonte era una frontera abierta ante nuestros ojos, ojos que compartían una sola visión: eternidad marina. Ojos: órganos de visión que, llenos de mar como los de los pescadores, son quemados por el reflejo solar aumentado con los prismáticos, enrojecidos con el cansancio y de nuevo, abrasados por la ausencia de nubes.
Horizonte: línea redonda y circular cual galleta, a nuestro alrededor. Infinita visión atemporal, deshoraria y deslocalizada que finaliza en el propio horizonte con una caída levemente inclinada. Fino y preciso trazado con compás en el que el observador siempre aparece en el punto medio del círculo- siempre, en brutal exactitud-.
Velero: aparato de fabricación humana que trata de moverse por la inmensidad antiguamente descrita. Velas latinas, velas zarandeadas, rebeldes a los golpes de timón y obedientes en ocasiones cuando tres personas, coordinadas espacio-temporal y anímicamente, en él tiran de sus cabos.


En medio de esta belleza solitaria y tan aparentemente falta de vida, pequeñas y delicadas aves aparecen en el infinito como surgidas de las profundidades marinas, seres que se acercan a nosotros dando y tomando compañía, recordándonos que no estamos solos en el desierto acuático. Peces luna saltando plateados, sobre la superficie oscura del agua, chorros rorcualinos que se alejan más adentro del adentro, delfines que se confunden con olas, olas que saltan como delfines.

sábado, agosto 26, 2006

Tierra sonámbula

Y empezó el discurso, deshilando palabras lentas, rasgando la voz de cara al viento:
Fue por esto que hicieron la guerra, para envenenar el vientre del tiempo, para que el presente pariese monstruos en lugar de esperanza. Os robaron tanto, que ni siquiera los sueños son vuestros, nada de vuestra tierra os pertenece, hasta el cielo y el mar son propiedad de extraños y no vereis el rostro de los nuevos dueños. Tendreis que esperar a que los asesinos sean muertos por sus propias armas, la arena girará en remolinos furiosos por los aires y los pájaros caerán extenuados, los cultivos, cementerios, y de las pantas, secas, brotarán tan sólo piedras de sal. Las mujeres mastican arena tantas y tan famélicas, que un agujero inmenso volverá a la tierra hueca y sin vientre.
Al final, sin embrago, quedará una mañana llena de luz nueva y se escuchará una voz remota como si fuese la memoria de antes de que fuésemos personas. Surgirán dulces acordes de una canción, el arrullo de la primavera madre y ese canto será nuestro, el recuerdo de una raíz profunda que no fueron capaces de arrancarnos. Todo esto se haría si llegasemos a ser capaces de desnudarnos de este tiempo que nos hizo bestias, dejad que muera el animal en que estas guerras nos convirtieron.

Rúas com vida.
















Siesta veraniega tras multidão de pintxos y vinicos en Donosti city.

Estaba calor, sonaba Dylan.

quinta-feira, agosto 17, 2006


Miradlo, adorável ni se embolaba al tocarlo el angelico. Perdido a la orilla de una carretera con un puñao de gatos al acecho, con menos futuro que un manojo de globos en la cama de Espinete.

Multidão de cores.


Hacia las nueve de la noche salía del dentista, me disponía a llegar hasta la plaza del Parchís para atravesarla y llegar a otra, la de San Miguel o simplemente "la Plazuela", donde había quedado. A la altura del Parchís, giré la cabeza para ver el mar y, sobresaliendo entre los edificios, el arco-iris. Una palabra que no sé porqué no me acaba de entrar, quizás por el usos que se le ha dado: "el anillo arco-iris" de la teletienda, "la trucha arco-iris", de piscifactoría, ¿había una Barbie Arco-iris o algo por el estilo? No lo se, la verdad es que no tuve Barbies ni Sindis... mi abuela me regalaba Barriguitas y los reyes me echaron un Nenuco majísimo que me encantaba y un bebé repollo de esos con cara cachondota, pero mis preferido eran los legos y los playmobils, más los legos eso sí. Sobretodo cuando juntábamos unos cuántos nuestras piezas y flipábamos con la sensación de unir fuerzas con las que poder construir cosas infinitamente mejores que por separado -muchísimo mejores de las que tenían los niños que salían en el anuncio-.
El caso es que sobre la playa aparecía, medio arco de colores y yo no pude evitar encaminarme a buscarlo. La gente se paraba a mirarlo, a fotografiaro. La barandilla de la playa acogía a curiosos que, una vez más, recostaban sus brazos sobre ella, personajes reflexivos o simplemente, a paseantes imantados por los colores como yo. Incluso había un bañista que no paraba de nadar tratando de llegar, seguro, a su pie, al nacimiento de sus colores, fodido intento.
Uma boa imagem para hoje, creo que nunca había visto el arco-iris sobre el mar.

domingo, agosto 13, 2006

Le Petit Theatre Vert

Este año nem aparesceu el petit Theatre Vert. Abandonó el pinheiro de la playa en el que se instaló meses atrás y no sabemos si volverá. Al pequeño ambulante le llegaron noticias extrañas que hablaban de planes de ordenación litoral, de modificaciones en las leyes del suelo, de parafernalia varia y, sin comprender muy bien lo que aquellas palabrejas significaban, no se olió nada bueno, nadie sabe; entristeció. Cuando se quedaba solo en el pinar, ya al atardecer, comenzaba a imaginar lo que vendría. Leyes, números y anexos le borboteabam en la cabeza, intentaba comprenderlos y lloraba con impotencia porque no le decían nada. El autobusito verde, cargado de ilusiones y de ingenuidad, sabía que aquello era una declaración, encubierta y enrrevesada, de lo que pretendían hacer con su horizonte, con sus cabos, con sus dunas y faros.
No sabía cómo hacerse oir y su claxon solo conseguía hacer reir, el sonido que emitía era el que los payasos hacían al apretarse la nariz roja en las tardes de circo y, bueno, tampoco su motor tenía la potencia necesaria para llegar muy lejos y mostrar lo que iba a suceder a la gente con la que se encontraba. Además, ¿quién iba a creer al pequeño teatro nómada que renqueaba y no hablaba como los políticos, que sólo había visto la cara buena de la vida, al pequeño teatro ambulante al que el asfalto le hería las ruedas y que además, era verde?. ¿Tendría que, a partir de entonces, aprender a hablar y a guardar sus argumentos y sus principios, en un maletín de cuero negro?, ¿será que su claxón delicado y gracioso tendría que sonar duro y amenazante parapoder ser oído?. ¿Y sus ruedas?, aquellas ruedas desgastadas y llenas de arena, ¿se deberían engrosar y pisar las hierbas que acababan de brotar?. ¿Cómo iba a hacer eso?, ¿ y por qué?.
Al pequeño nómada las ideas no le gustaron, su breve incursión en el mundo real tampoco, pero decidió crear una coraza, una carpa de circo resistente a los malos y hacerse fuerte.
Le petit Thetre Vert se fue, pero el asfalto no va a comer sus ruedas.

terça-feira, agosto 08, 2006

Y vamos que nos vamos.


Fin de semana con la garganta enfadada de tanto aire acondicionado de tren, idas y venidas de tiendas de campaña que se montan con sólo lanzarlas, con escaleras inestables y resbaladizas apoyadas en un ciruelo cheio de fruta verde, con resina transparente de árboles en mis los bolsillos, y personajes del valle salidos de las noches más borrachas y surrealistas. Como siempre, un poco de envidia del alma hippy de mi tío, que habita una cabaña de madera, que tiene una moto, y que solo vuelve al amanecer.
Esto, aderezado con un libro de "El agricultor autosuficiente", especie de enciclopedia de la autogestión natural, y con el de un mozambiqueño fabricante de un realismo mágico de "machibombo"(Mia Couto).
Hoy, de vuelta, amigas, novios, cafeses con hielo para matar el dolor de cabeza, cañas con limón y sidras en una plazita de Cimadevilla. A seguir, conversa con Stefa de sufrimientos varios, gran abrazo con Lucía en nuestro barrio preferido y dos piezas de Aveiro que se engranan en Gijón o dos piezas de Gijón unidas en Aveiro y mucha emoción, quise llorar.
Le compré un juego de ingenio a un uruguayo que vive en un pueblo de Albacete e hizo un taller en un instituto de un pueblo, Fuenteálamo, pero dice que un día volverá al cono Sul.
Día de reecuentros, de emoções tras una temporada de sequía y una posible bicicleta verde por 15 euros. ¿Se puede pedir más?