sábado, agosto 26, 2006

Tierra sonámbula

Y empezó el discurso, deshilando palabras lentas, rasgando la voz de cara al viento:
Fue por esto que hicieron la guerra, para envenenar el vientre del tiempo, para que el presente pariese monstruos en lugar de esperanza. Os robaron tanto, que ni siquiera los sueños son vuestros, nada de vuestra tierra os pertenece, hasta el cielo y el mar son propiedad de extraños y no vereis el rostro de los nuevos dueños. Tendreis que esperar a que los asesinos sean muertos por sus propias armas, la arena girará en remolinos furiosos por los aires y los pájaros caerán extenuados, los cultivos, cementerios, y de las pantas, secas, brotarán tan sólo piedras de sal. Las mujeres mastican arena tantas y tan famélicas, que un agujero inmenso volverá a la tierra hueca y sin vientre.
Al final, sin embrago, quedará una mañana llena de luz nueva y se escuchará una voz remota como si fuese la memoria de antes de que fuésemos personas. Surgirán dulces acordes de una canción, el arrullo de la primavera madre y ese canto será nuestro, el recuerdo de una raíz profunda que no fueron capaces de arrancarnos. Todo esto se haría si llegasemos a ser capaces de desnudarnos de este tiempo que nos hizo bestias, dejad que muera el animal en que estas guerras nos convirtieron.