domingo, novembro 26, 2006

El novio del olvido.

La previsión del tiempo en la tele siempre anuncia lluvias en Asturias. A veces acierta y otras muchas se equivoca, pero, aunque aquí no siempre llueve, siempre estamos calaos.
Hay inviernos grises y lluvias que caen sobre barricadas encendidas, porras sobre espaldas de trabajadores y violencia como protesta y como respuesta.

Cierres de fábricas, de pozos, cambio de turno en la mina, Mieres cercado, lecheras venidas del otro lado del Negrón, sindicalistas con chubasquero en manifestaciones de paraguas... y pequeñas historias entre el humo de los neumaticos quemados. Una de una madre y una hija enfrentadas con los piquetes de Gijón que cortaban el paso hacia Oviedo, porque la quimioterapia no entiende de huelgas. Esa vez era la mina y yo pensaba que las pelotas de goma que lanzaban eran sólo eso, pelotas con las que jugar.
La violencia nunca es la vía, pero el descontento también se canalizó en durísimas huelgas de hambre, encierros de centenares de días, manifiestos, asambleas ... y en hitos como el de los trabajadores de Duro Felguera que, junto sus mujeres y tras el grito de Resistencia, consiguieron tras un proceso que duró años, que ninguno de los 128 se quedase en la calle. Hoy, muchos de nosotros no tienen cabida aquí y se reparten en miles por el mundo. No se sabe si estamos bien o mal, no está claro si luchamos o huimos de aquí, si podrán volver los que se van, si encaminan este pedazo de tierra o si es una barco que deriva entre la industria, el urbanismo y el turismo masificado y sudoroso. Un popurrí al que el oso Yogui, Bubú y un urogallo disecado criado en cautividad ponen la guinda.
Hoy, en Asturias, se quiere encarcelar a dos inocentes que sólo defendían su trabajo.
Recuerdo que en los recreos, había barriccadas cortando la glorieta, pistolas de fogueo, manos que te cogen al vuelo en un portal, policías-con-porra-dando-porrazos y chicas que a la salida del instituto se ponían el mono y bajaban a protestar junto a su novio, que estaba abajo, donde los neumáticos ardían.

terça-feira, novembro 21, 2006

Nubes, gargantas y R-cincos.

Hubo un día en que las nubes trajeron dolor de garganta, teatros, bufandas verdes suaves y extraños viajes.
Hubo una planta que un día, de repente, se marchitó. Su tallo se dobló. Se cayó. Unido solamente por una fibra triste que se resistía a romperse, una mano injertó en él otra planta aún más bonita, y de la unión entre el tronco casi muerto y del nuevo y vigoroso, nació un vegetal bello y mestizo, tan florido y oloroso, más vivo que los anteriores.


También trajeron algo de lluvia las nubes esos días.

Érase una vez una niña a la que le dolía la garganta y cuando esto sucedía, sólo quería escaramujo con miel y limón. Había también un R-5 que llegó resbalando por un suelo mojado y sin saberlo, trajo consigo punzadas en los ganglios.
Y hubo una vez, en la que con todo el escaramujo del mundo enredado en su pelo, la garganta de la niña no se calmó, porque esta vez dolía demasiado y la niña ahora, ella sola, había salido a buscar su propia infusión.

terça-feira, novembro 14, 2006

SanMatías Woman

Hubo un sábado bien tempranito en el que en la calle San Matías sonaba la versión original de "No Woman, no cry". Ya saben: "no sad, no tears. You can forget your past". La calle San Matías está bastante lejos de la mía, que es la calle de los truhanes, porque la gente siempre se confhunde con las haches, pero aquel día era sábado, bien tempranito y a mí nunca me gustó mucho el reagge.
De todas formas, allí estaba yo, en esa calle con ladrillos a los lados hasta la altura de la cabeza, en una calle donde las tildes van primero que las letras. Antes, incluso, que las palabras más largas y más esdrújulas como laberíntico, ubérrimo, celebérrimo, magnético o patético, donde un largo autobus repleto de tres viajeros pasa primero que un carricoche. Donde a esas horas, el viento que viene de los astilleros coge carrerilla para llegar al cementerio y robar las flores de las tumbas feas.

sexta-feira, novembro 03, 2006

Los wadis vienen y se van

Los Wadis, uadis o الوادي , son cauces secos o estacionales de las regiones áridas y desérticas. El agua sólo hace presencia con brevísimas lluvias de horas, días o semanas. Canales húmedos de vida, sueros fisiológicos entre los campos dunares que dejan a su paso una tímida vegetación que, de otra forma, no podría subsistir. Si por alguna razón edáfica o de Alá se almacena el agua, la vegetación emocionada por este lujo recompensa a los tristes y nómadas barjanes con un oasis (también un vocablo de origen árabe) bajo sus faldas.
El Guadiana y le Guadalquivir son en realidad, guadis disfrazados de ríos.