Minha terra d' água
ao cair da magoa aconteça estarmos sós
e a minha terra faz-se voz
p'ra contar-te as penas
das águas serenas que o teu fado quis
meu pais.
Minha pátria d'água
nos meus sonhos afagoa-a
quem em mil noites te sonhei
que em mil fados te cantei
minha pátria d'água
ao cair da mágoa por ti sou feliz.
Jorge Fernando
É do novo disco da Mariza, esta é apenas a letra, mas a música tem de ser escoitada.
Florbela Espanca/ Tiago Machado.
Un Wadi en el Barján
El viento arrastra a arena y cuando ésta encuentra un obstáculo, se va acumulando y así, la duna no sólo crece poco a poco, sino que también se va transladando, va viajando.
sexta-feira, julho 21, 2006
terça-feira, julho 18, 2006
CERRADURAS.
¿Quién no ha mirado através de una antigua cerradura esperando encontar algo fascinante?, Una habitación secreta en la que pasen cosas extrañas, un personanje escondido en esa habitación cerrada, otro ojo con la misma curiosidad que el que mira, al otro lado de la puerta. Una luz resplandeciente de origem desconocido... o, simplemente, una habitación con muchos huecos para jugar al escondite, a oscuras.
Hay cerraduras sin las hay sin llave porque ésta fue perdida nada más hacerla, hay llaves con viejos cordones de terciopelo verde que escondió, olvidándose luego, alguna mano traviesa y que mucho más tarde, encontró otra mano, quizá igual de traviesa. Llaves que, con su propia oxidación, se funden con el metal también oxidado del que cuelgan, que odian y huyen de la cerradura a la que un día pertenecieron dejando, para siempre, la habitación a oscuras. Llaves, también, que de tanto tiempo al borde de su cerradura, ya no son necesarias, pues ésta ya no precisa de ellas para abrirse. Llaves mansas y suaves, que piden sólo un leve giro para que el resbalón resbale, o llaves duras e insurgentes, que gritan mientras se les estruja y exigen fuerza para llegar al sitio ansiado, llaves que protegen de forma celosa lo que guardan...
Hay cerraduras con muchas llaves, llaves que abren varias cerraduras, cerraduras que perdieron la única llave que giraba en su interior, y hasta llaves que no encajan en ninguna puerta de la casa.
Luego está el abrir de la puerta, el crujir de las bisagras, lo que hay dentro, los pasos ... pero eso será tratado en otra ocasión.
terça-feira, julho 11, 2006
ÀS VOLTAS.
A vueltas con las vueltas se le puede llamar a esta etapa, a estos días en los que no se hace mais que lembrarse del pasao, intentar que el presente sea lo mejor posible y mirar con cierto miedo, recelo y frío, al futuro. Mis vueltas a casa siempre son mas o menos iguales, con mucho sueño porque el día anterior nos habíamos quedado hasta las tantas, cierta pena, y ganas de pillar la cama. Esa cama que, cuando la dejaste a los 17, ya te quedaba un poco pequeña y que ahora, con veintidos, es como un camastro, vieja, blanda y siempre con su concha de colores desvaídos. Esa cama que es el último objeto al que miro antes de irme de mi habitación con suelo de retales e idas y venidas.
La mañana siguiente es de desubicación y de olor a verduras en cocción. Si se puede, es también de largo desayuno con cualquier "Semanal" atrasado descojonándome con Reverte, es de ir al mercado, de jarrones con flores silvestres y era, de vermús con mi abuelo en el Dindurra, contándonos cualquier cosa o, simplesmente, observando ao pessoal. Él, con su vino, yo, con mi kas de naranja, Toni contando paridas, diciéndome "a ese chaval, a esi con el que te vi el otru dia, a esi, voy vigilalu yo muy de cerca, y luego cuentoselo tu padre", trayendo bollos preñaos y gritando que el Celta "a este pasu baja a tercera", mientras tranquiliza a la gente que le mira con cara atónita: "señora: ye verdá o no?", mi abuelo diziendo "calla Toni, hombre", incorporándose en su silla y susurrando por lo bajo: "este chaval cada día está peor".
Esta vez ya no estaba mi abuelo, no fui al Dindurra todavía y no vi a Toni. Mi madre camina despacio, se cansa y para en los bancos, lleva una pulsera grande que le tapa una cicatriz también bastante grande, mi padre la lleva del brazo. Mi tía tiene una bici estática y unos playeros nuevos que huelen a Taiwan, mi abuela me sonríe y me dice que tenía ganas de verme, yo le pregunto si salió por la mañana y me dice que no se acuerda. Hoy ha sido la primera vez que comí en casa desde que llegué, hoy hemos quedao cuatro amigos en un bar extraño porque el nuestro estaba cerrao, y nosotros, como el bar, no éramos muy conocidos. Pau y Sergio me preguntaron por mis planes de futuro y, bueno, nos reímos todos un poco de los planes de futuro.