terça-feira, fevereiro 27, 2007

BRISA DEL MAR

Vengo de un prado vacío
un país con el nombre de un río
un edén olvidado
un campo al costado del mar
Pocos caminos abiertos
todos los ojos en el aeropuerto
Unos años dorados
Un pueblo habituado a añorar
Como me cuesta quererte
Me cuesta perderte
Me cuesta olvidar
El olor de la tierra mojada
La brisa del mar,
brisa del mar, llévame hasta mi casa ,
brisa del mar
Un sueño y un pasaporte
como las aves buscamos el norte
cuando el invierno se acerca
y el frío comienza a apretar
Y este es un invierno largo
van varios lustros de tragos amargos
y nos hicimos mayores
esperando las flores del Jacaranda.
Como me cuesta marcharme
Me cuesta quedarme
Me cuesta olvidar
El olor de la tierra mojada
La brisa del mar,
llévame hasta mi casa Brisa del mar.

Jorge Drexler.

quarta-feira, fevereiro 21, 2007

Escondite.

A veces las ciudades se esconden y no se dejan conocer. Se cubren de una capa de papel o de arena, o se les llena el cemento de agua y ocre y se camuflan ante quien las quiere conocer, y capturar, y comer. Son retorcidas algunas ciudades.
Los planos se rien en la cara de los visitantes y las calles en ellos reflejadas se cambian de lugar, y se vuelven a desplazar entre las manos temblorosas y frias de quien las quiere conquistar, y capturar, y comer...
A veces, por suerte, por habilidad, o por tozudez de quien camina, la ciudad se despista por un momento y se le caen las murallas mugrientas, y los papeles que la envuelven, y a la arena ocre se la lleva el viento.
Por un momento se desnuda y si estas atento, por una rendija se ven mercados antiguos, bicicletas amarillas, baldosas portuguesas y patios escondidos con ropa blanca tendida.


En Chinatown, hay una puerta roja con dragones.
En Chinatown anteayer hubo una fiesta.

Feliz Ano Nuevo Chino.

quinta-feira, fevereiro 15, 2007

Low pH.

Escribo en rojo. Comparto letras rojas con una libreta de anillas y con el aire acondicionado de un edificio de formas onduladas y luces multiflexibles. Escribo en el banco que esta frente a mi habitacion porque el cuaderno me permite las tildes y este edificio no. Con el cielo del ayer estrellado sobre mi coco y un avion volando hacia el norte, intento teclear en una torre que no entiende y en la que no me puedo expresar, porque no hablo el idioma de Babel.
Tras colgar un telefono lloro y algunas lagrimas huyen hacia la hierba, y hacia las tumbas, y corren por los carriles-bici esquivando a los paseantes que los cruzan.
Mi libertad es una ventana que solo se abre por la mitad y que no me permite sacar la cabeza y respirar.
Y me voy ahogando entre almohadas de plumas.
Y quiero luz.